#ParejasDelAnime: Yukari y George (Paradise Kiss)

 

Bien, sabemos que mayo pasó hace rato. Pero no ignoré esta encuesta que publiqué en Twitter, así que en esta ocasión por la voluntad popular llega la demografía josei a la sección. Generalmente en estos animes, dirigidos a mujeres y no a chicas como los shōjo, sus personajes pasan por las penurias de la vida cotidiana de un adulto: trabajan, tienen relaciones más íntimas y a veces se pueden ir por el lado erótico. Para muchos más maduro, y para otros un despropósito a la hora de representar ciertas situaciones, los animes enmarcados aquí también tienen sus parejas, acorde a su registro y estilo.

8929e2c68555e701091a9d932d0960a2Una autora de manga josei muy afamada es Ai Yazawa, una de mis favoritas, conocida mundialmente por Nana. Sin embargo, al ser una obra sin terminar, no creo que pueda hablar mucho de ella en esta sección. Además que tiene bastantes capítulos y ninguna de sus parejas me atrae por el momento como para escribir al respecto. Es un imprescindible del género romántico sin lugar a dudas, pero en esta ocasión prefiero revisar la adaptación animada del anterior trabajo de la mangaka. Paradise Kiss no sólo es más corta, sino que también tiene aspectos a destacar. Aunque el pasaje a la pantalla de la mano de Madhouse no para de decepcionarme, con un presupuesto acotado que degrada la narración, recorta escenas y deja a su historia mal parada al lado de la adaptación de Nana hecha por el mismo estudio. Pero aquí nos centramos en lo que a anime se refiere, por lo que tendré que obviar la presentación de los eventos que hace la historieta. Así que recomiendo al que no le haya convencido esta serie de doce capítulos que pruebe a leer el material original, que no se va a arrepentir y seguramente valorará tanto a Yukari como a Nana y Hachi, aún con sus diferencias.

Me disculpo de antemano si para muchos esta no es una serie para calificarse josei. Admito que fui algo rebuscada escogiendo una obra basada en una historia de Yazawa, pues muchos no se ponen de acuerdo en cuanto a denominar a su trabajo como shojos o joseis. Hacía mucho tiempo quería revisionarla, y probablemente me precipité a la hora de considerarla como un anime correspondiente a dicha demografía. Ahora sí, procedo con la entrada.


Yukari «Caroline» Hayasaka es en muchos aspectos una protagonista a la que estamos acostumbrados. Una adolescente entre la secundaria y la universidad que se debate entre lo que sus padres le exigen y lo que ella quiere hacer, sin saber a ciencia cierta qué es lo que desea. Quejumbrosa en un principio, su vida va a dar un vuelco cuando se tope con un grupo de excéntricos estudiantes de diseño de moda, que quieren que haga de modelo en un importante desfile de la escuela.

A medida que avanza la trama, va a ir tomando decisiones, rebelándose, descubriendo quién es y a dónde se dirige. Por más que esta trama de coming of age con una personalidad como la de ella nos suena bastante, a mí me ha resultado imposible no conectar con Yukari. Pretende ser firme, y abrirse un camino por su cuenta sin tener realmente una idea. Pero, ¿quién la tiene de veras en esa época? Salir de las cuatro paredes de un colegio donde pasas todo el tiempo para adentrarse al mundo adulto no es sencillo, sobre todo cuando pasas de estudiar por obligación a ser relativamente libre. Es un conflicto por el que todos pasamos de alguna forma, aunque sea incómodo darse cuenta de que hemos tenido las actitudes tan inmaduras que tiene la protagonista.

A priori parecería que Jouji «George» Koizumi tiene todo claro, en oposición a Yukari. Un apasionado por la moda, que tiene talento para diseñar y que desprende labia y glamour allá por donde va, provocando tanto a hombres como mujeres; pero a medida que avanza la trama nos daremos cuenta de que en su vida tiene situaciones que lo conectan con lo que le sucede a su modelo. Añadiría algo más, pero en el anime le quitan su aspecto cómico y le restan expresividad.

Me he dado cuenta de que George no es un personaje popular, ni dentro de Paradise Kiss ni para los que nos gustan las publicaciones de Yazawa, y no termino de entender por qué. Muchos lo consideran frívolo, manipulador o egoísta; cosa que no es tan así. Hay partes de la serie en la que se muestra más abierto y cálido, además de que si comparamos al peliazul con otros masculinos creados por la mangaka encontraremos a caracteres más desagradables como Takumi, o infantiloides varios. Para mí es un buen equilibrio de todo lo bueno y lo malo de los hombres de las historias de esta señora. Más atractivo y provocador que los tímidos compañeros de aula de un romance escolar y más caballeroso y galante que los protagonistas de joseis más subidos de tono, por no decir ecchis camuflados. Tampoco ello implica que sea de mis personajes favoritos, y de hecho como parte de un romance tiene aspectos que están lejos de ser ideales, pero dado su trasfondo y el escenario de la serie tiene un proceder algo comprensible.

En mi opinión, el romance no es el elemento principal de esta obra; el centro es el crecimiento de Yukari, el encuentro con estos personajes que también lidian con situaciones que marcaron sus infancias y el construír el propio camino en un ambiente no tradicional en la ficción. Por lo tanto, la historia no va a intentar mostrarnos momentos compartidos por éstos dos para que no podamos esperar a verlos juntos. Su atracción física y su consecuente acercamiento no le pregunta al espectador, porque es una parte necesaria para que los engranajes empiecen a funcionar. George es tan atractivo para Yukari como lo es el meterse en el grupo como modelo: supone rebeldía, desobediencia, probar que es una mujer madura accediendo a todo lo que su madre rechazaría rotundamente. La transición de pasar de su amor platónico por Hiro – un estudiante ejemplar y correcto – al  provocar a un tipo transgresor como el peliazul es la principal muestra de ello al comenzar.

A raíz de esto veremos que entran en un cliché bastante molesto. Un grupo de personajes le advierte a nuestra protagonista que George no le conviene, que no puede hacerla feliz, y casi se van para la pila de parejas «chico malo – chica buena» que suelen adoptar series que quieren hacerse llamar «maduras». Menos mal que no se queda allí, pues no se podría decir que Yukari es buena o pura en términos de estereotipos. Afortunadamente, no aplican en este los títulos de tsundere, kuudere, u otros arquetipos a los que el anime de romance nos tiene tan acostumbrados.

Aclarando que va a haber spoilers considerables, hay que tener en cuenta que esta pareja está destinada a separarse casi desde el principio. Lamentablemente la animación no logra trasladar la expresividad de los personajes en el manga, pero de todas maneras se percibe cierta lucha que llevan adelante para mantenerse juntos. Son personas que provienen claramente de mundos muy diferentes, aunque ambos se vuelquen en la industria de la moda. Es un entorno que no los favorece, pues Paradise Kiss no es una historia sobre cumplir sueños (al menos no en el sentido que tenía Nana en un comienzo, por no salirme del ámbito de la animación japonesa) por lo que no los veremos apoyarse mutuamente para hacerse hueco en este mundillo tan intricado, superficial y volátil.

Esto deriva en el que es para mí el punto principal: la falta de comunicación presente durante todo el desarrollo de la historia. Creo que el comienzo está bien manejado, en cuanto a una atracción bastante clara. Pero a medida que pasan los capítulos las cosas no hacen si no empeorar. No establecen un vínculo de confianza lo suficientemente fuerte, y eso puede generar la antipatía de muchos. Sin defender a capa y espada la serie, es sabido que no cuentan con los elementos como para poder hacerlo, por lo que es de esperarse que este problema ocurra. George está obsesionado con encontrar a una mujer diferente de su madre, y Yukari se debate entre su independencia y seguir un modelo idílico de pareja, el cual se va a ir dando cuenta de que no existe. En ese sentido, se podría decir que hay un comentario interesante, respecto a las expectativas que uno puede tener entorno al romance, pero no está tan explotado.

Aún asi considero que tienen cierta química, y a pesar de los molestos malentendidos se nota que se preocupan por el otro ¿Es suficiente para querer que perduren juntos? Para nada.

Llega el momento de hablar del elefante en la habitación. El final es una parte fundamental de este anime, y es una lástima que no muestren los eventos tal como en el manga. De todas formas, ciñiéndome a la adaptación de Madhouse, Paradise Kiss tiene una pareja interesante. No porque su historia o sus momentos sean atrapantes o simpáticos en particular, sino por el adiós que tienen que decirse. No será el mejor, pero pensando en series de romance accesibles a un público juvenil si aporta un tono realista muy necesario. Yukari y George son disfuncionales como dúo, y por ello su farsa envuelta en terciopelo debe terminar. Es un cierre agridulce que gustará más o menos, pero me hace recordar más a la modelo y el diseñador que a otros adolescentes que apenas se declararon en las aulas. Sentimos el dolor de Yukari con la partida del peliazul, pero es un mal que simplemente sucede, como tantos otros en la vida. Nunca he escuchado a nadie quejarse de este final. Al contrario, muchos reconocen que mejora una serie que con otra conclusión no destacaría.

He intentado modificar un poco la estructura tan rígida de las anteriores entradas de esta sección, que necesitaba modificaciones urgente.

¿Hay alguna pareja que quieres ver comentada por aquí? No dudes en mencionarla en los comentarios.

 

 

 

 

 

 

#ParejasDelAnime: Hajime y Kaoru (No Puedo Entender lo que Dice Mi Esposo)

La gran mayoría de historias románticas en el anime contemporáneo ocurren en los pasillos de los institutos, con dos personajes jóvenes que todavía están aprendiendo lo que es estar enamorado. Los románticos empedernidos que queremos ver a la pareja por fin junta siempre tenemos que esperar hasta el final de la serie, y en otras oportunidades ni siquiera parecen alcanzar doce o veinticuatro episodios para un simple acercamiento. Lógicamente, es un aspecto que se vuelve frustrante para cualquier espectador. Cuesta sentirse identificado e interesado con lo que nos propone la trama ya que, si estas dos personas se quieren, ¿no sería lo más probable que quieran acercarse y estar juntos? Es una cuestión que causa que mucha gente se llene de prejuicios sobre el género romántico, e incluso la demografía shoujo en general. Si es justificado o no es algo que atañe a la calidad de sus exponentes, siendo un tema que dejo para otra entrada.

Como cada mes seguimos observando relaciones amorosas de la animación japonesa, y hoy nos vamos a alejar de los recintos escolares y las problemáticas adolescentes. Danna ga Nani wo Itteiru ka Wakaranai ken (o No Puedo Entender lo que Dice mi Esposo) está basada en un manga de cuatro paneles, cuyos capítulos duran tres minutos y nos cuentan las desventuras de una chica que está casada con un otaku. A simple vista aparenta ser la típica comedia con referencias a animes y bastante ecchi, pero nada más lejos de eso.

Los protagonistas

 

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La vida diaria de la pareja se nos suele mostrar desde el punto de vista de Kaoru, una trabajadora de oficina que fuma y se emborracha cada vez que la invitan a tomar algo. Desde que empieza la serie está casada con Hajime, un otaku obsesionado con el moe que se gana la vida escribiendo un blog sobre su hobby. Al quedarse en casa, él suele limpiarla y cocinar.

Poco sabemos de la vida de ambos antes del matrimonio, por lo que no se puede decir mucho más de ellos individualmente.

Desarrollo

Uno de los aspectos por los cuales destaca esta serie es por la falta de una historia lineal: en este caso no tenemos que esperar confesiones, ni besos. Desde el minuto uno están casados, y eso no quiere decir que no haya conflictos. Tanto Kaoru como Hajime no están muy seguros de lo que supone un matrimonio, ni el ser feliz, mucho menos hacer feliz a otra persona.

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Al comienzo está lleno de gags sobre el anime y los fans, desde chistes sobre el yaoi y el lolicon hasta referencias directas a series como Neon Genesis Evangelion. Sin embargo, ésta no es una serie corta que sólo emplea humor de este estilo; a lo largo de los capítulos los personajes quieren cambiar para convivir mejor y ayudarse: Hajime consigue un trabajo y Kaoru aprende a cocinar, por ejemplo. Hay un punto clave en el anime donde se enteran de que van a ser padres, lo que por supuesto genera muchos momentos de reflexión por parte de los protagonistas; no están seguros de ser una buena pareja, pero si de algo tienen la certeza es que son mejores estando juntos que por separado. Puede sonar algo básico en la construcción de cualquier historia de amor, pues realmente no hay demasiados motivos para estar con alguien a largo plazo más allá de ese. Al contrario, es corriente ver que se ponen en su lugar razones más épicas o excesivamente melosas para que nos pongamos a favor de la unión de protagonistas, que logra el efecto contrario porque no nos lo creeremos tanto como ésta pequeña sucesión de chistes y momentos tiernos entre un matrimonio de jóvenes inseguros.

Es hasta refrescante ver sus interacciones con amigos, suegros y padres, pues contribuyen a reafirmar su relación de una manera que no es común en estos animes. Todos escuchamos o tuvimos conversaciones similares alguna vez, por lo que entendemos mejor a estas personas ficticias, aún con su diseño cómico y minimalista.

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La serie cuenta con dos temporadas que pasan volando. En poco tiempo nos encariñamos con la extraña pero realista pareja que forman éstos dos y no sobran ganas de que hubiera una continuación para seguir viendo sus peripecias cotidianas. No obstante, en este caso no es imprescindible; se le da un buen cierre al conflicto principal que le deja muy buen sabor de boca a cualquiera.

Comunicación y química

Aquí nos olvidamos de la timidez para comenzar a hablar, de los chocolates del día de San Valentín y las confesiones: en su lugar las charlas del día a día de Kaoru y Hajime van sobre la convivencia, sus personas cercanas y ellos mismos. Tampoco alejan temas más adultos, aunque utilizados en clave cómica.

Como decía antes, hay varias escenas pequeñas que no intentan ser grandilocuentes y consiguen enternecer. Por ejemplo, hay un capítulo en el que Kaoru recuerda su pasado, sola pero tranquila y se da cuenta de que, sin saberlo, le faltaba eso que tiene al despertar: a Hajime a su lado. No hay explicaciones, ella no piensa «¿qué es este sentimiento?», lo sabe y nosotros también.

Conclusión

i-cant-understand-what-my-husband-is-saying-1Kaoru y Hajime son una buena pareja. Son dos personas muy distintas que podrían estar bien sin el otro, pero estando juntos se percibe esa magia que se encuentra en los detalles. Chispas de comedia y momentos dulces hacen que No Puedo Entender lo que Dice Mi Esposo trascienda más allá de los animes cómicos para dar lugar a un dúo adorable por el que todos apostamos. Quizá le falte desarrollo debido a la brevedad de sus episodios, además de que en ocasiones le dan tiempo de pantalla a otros personajes que no nos importan tanto y son más cliché; pero para lo que es, vale mucho la pena sentarse una tarde a ver las delicias de la vida matrimonial sin tanto romanticismo y azúcar.

¿Han visto esta serie? ¿Les gusta otra pareja casada del anime? Como siempre pueden sugerir más parejas en los comentarios, y seguramente tendrán una entrada aquí.

#ParejasDelAnime: Yamato y Mei (Sukitte ii na yo) 

¡Uff! Un mes sin aparecer por aquí. ¡Y vaya mes! Intentar compaginar esta labor con demás deberes se me hizo imposible. Pero el túnel tiene final y he vuelto con todo el contenido que me quedo guardado. En esta ocasión, traigo el análisis mensual (aunque hace dos meses no hay noticias del mismo) sobre los tortolitos de la animación nipona, en esta oportunidad se trata de un revisionado al que le tenía muchísimas ganas.

Tengo muy buenos recuerdos del 2013, siendo uno de ellos haber visto Sukitte ii na yo. Un año había pasado desde mi incursión en el anime con conciencia sobre el mismo y, siendo un género clave el romance estaba – al igual que ahora – buscando títulos que me emocionen, cuyos protagonistas desprendieran una catarata de sentimientos varios que me mantuvieran pegada a la pantalla. En mi memoria permanecían escenas de este anime que resultó ser uno de mis romances escolares favoritos (de hecho, lo nombré en el tag de navidad como una pareja apasionada).

Con esta buena imagen del show en mi cabeza, opté por revisionar sus 12 episodios para reencontrarme con todas esas emociones que me provocó la primera vez. Asimismo, tenía ganas de analizar una pareja que ya conociera y poder verla desde un ángulo más crítico. ¿Perdió emotividad esta segunda vez? ¿O hay cosas que pasé por alto hace 5 años? Echemos un vistazo a la relación de Yamato y Mei.

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Nota: para los nuevos lectores, aclaro que aquí se analizan con la mayor profundidad posible a las parejas, por lo que si no has visto la serie correspondiente, aclaro que hay gran cantidad de spoilers.


Los protagonistas

Siguiendo las convenciones del género escolar, nos encontramos con la pareja conformada por el chico más popular y la chica introvertida sin amigos, aunque en esta historia he encontrado algún que otro detalle o modificación que se dejaré en claro cuando hable del desarrollo.

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En primer lugar está Mei Tachibana, que a sus 16 años no ha tenido un solo amigo y mucho menos un novio, cosa que no le molesta en lo absoluto. Aquí no se trata de malentendidos, sino de una experiencia durante su infancia que la ha vuelto solitaria. Desconocemos de sus aficiones y, si bien demuestra desde los primeros minutos del anime que tiene carácter de sobra y que no conviene molestarla, a medida que avanza la historia se mostrará más sensible, tímida y con varias reacciones que comentaré más adelante. Ciertamente es extraño que alguien no se haya relacionado con nadie por tanto tiempo, pero lo aceptaremos como lógica de anime (que a este paso será marca registrada).

No sé si otros espectadores se habrán dado cuenta, pero se puede percibir el ligero cambio en el diseño de personaje de la protagonista: que a cada capítulo le queda mejor la ropa y luce mejor que en los primeros, portando un aspecto más descuidado, lo cual aporta una dimensión que se sale de cualquier diálogo.

Por otra parte está el saturado chico popular. Queda claro que todos tienen los ojos puestos sobre Yamato Kurosawa, desde chicas hormonales hasta chicos envidiosos que no paran de hablar de él, y es algo que no se abandona hasta estar cerca del final de la serie. Estar en un lugar en el que constantemente te recuerdan lo guapo y genial que eres podría traer cuestiones complejas que darían lugar a un personaje más tridimensional, pero esta historia no se encuentra bajo de la dirección de un Hideaki Anno, por lo que nos dan a un protagonista amable,

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que por supuesto comete errores, aunque podrían haber arriesgado más. Ambos pertenecen a esta categoría de protagonistas hechos para que exclames «¡Ojalá hubiera gente así en la vida real y fuera mi media naranja!». Tampoco quiero que se me malinterprete, soy consciente de que estamos ante un romance escolar tradicional y más que decente. Sin embargo creo que hay que señalar tanto los pros como los contras, por lo que destacaré las vueltas de tuerca que da a determinadas situaciones así como los desaciertos o las oportunidades perdidas.

Primer encuentro

Sin duda una de las escenas inolvidables de este anime es la primera escena que comparten los protagonistas. Que, si bien en realidad se produce cuando Mei se tropieza con su amigo, todos recordamos la patada accidental de ella a Yamato, que en realidad iba dirigida al pervertido de su amigo por levantarle la falda.

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No sólo abandona el clásico enamoramiento instantáneo por parte de la chica, sino que es una introducción a la pareja intensa y hasta divertida. La música y los planos ayudan a darle incluso cierta delicadeza. Sucediendo a los pocos minutos del primer episodio, nos atrapa de tal manera que queremos saber como van a interactuar estos dos. Es uno de esos momentos que sólo vemos en la ficción y que por eso nos encanta tanto.

Desarrollo

Tras la mencionada patada, Yamato intenta acercarse a Mei, sin mucho éxito inicialmente. La distancia se reducirá cuando él la salve de un acosador, pues ella no tenía a quien más recurrir. Es la típica situación que se nota prefabricada, sobre todo porque se tienen que besar para que se solucione el problema y así enganchar al espectador en el primer capítulo. Clichés de estos son una de las cosas que identifican al género y gustan tanto a sus seguidores. Destaco que no nos hagan esperar una temporada para que ellos se acerquen.

Lo mejor de esto es la reacción de Mei, que no sabe qué pensar ante el hecho de que su primer beso sea tan abrupto y con alguien que apenas conoce. Para colmo, no deja de oír rumores sobre Yamato y sus experiencias con gran cantidad de chicas del colegio, por lo que pondrá los puntos sobre las ies a su supuesto pretendiente y así llegamos a otro momento icónico de la serie: los besos de Yamato; esa escena que hace gritar a las fanáticas por ver un momento como éste al arrancar un anime. Ciertamente es de los mejores de la serie, aunque admito que en este segundo visionado me resultó algo invasiva la actitud de él, incluso dominante, otro aspecto que es utilizado con los protagonistas masculinos. Aunque en este caso nuestro protagonista aporta suavidad y ternura al asunto, sin llegar a los niveles posesivos y repelentes de los de otros shows.

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Comienzan a salir y Mei escucha por los pasillos que su nueva relación está en boca de todos; el colegio no puede creer que el estudiante más popular salga con una chica tan cerrada y que cuida tan poco su aspecto físico. Hasta en la calle las chicas no dejan de admirar lo guapo que es su novio. Es una situación completamente creíble y que series con una premisa similar como Kimi Ni Todoke o Kaichou Wa Maid-sama omiten. Considero que la mayoría de romances escolares reflejan de manera embellecida la experiencia en un instituto y, a pesar de que no es algo malo, también se necesitan historias que la muestren de una forma más acorde a lo que realmente es. No pretendo decir que Sukitte ii na yo es un retrato perfecto de una escuela secundaria (teniendo en cuenta además de que la misma se ubica en un país completamente diferente a los iberoamericanos), pero que va por buen camino. No sólo incluye lo crueles que pueden ser los adolescentes con los rumores, sino que además refiere a los complejos que tienen varias adolescentes con sus cuerpos, aunque ese es otro tema que no atañe a la pareja que comento hoy.

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Sin ser suficientes las habladurías de sus compañeros, la serie nos presenta a otros personajes que serán los terceros en discordia. En primer lugar está Megu, una modelo que trabajará con Yamato y que quiere tenerlo a toda costa y en segundo a Kai, un amigo del anterior colegio de Yamato que se enamora de Mei. Como ya sabrán, acostumbro a odiar esta obligación que parecen tener este tipo de animes de introducir personajes para dar conflicto a la serie. Pues bien, aquí no estoy ni a favor ni en contra de ellos. Si bien Megu es bastante irritante para mí, le dan la humanidad suficiente para que no sea tu clásica entrometida, además de que su participación aquí trasciende el romper la relación, estando enlazado con el tema de las chicas y sus cuerpos que mencionaba antes. Nunca me llega a caer bien, pero ni por asomo es una molestia sacada de la nada. Siendo sincera, parecía mejor para este rol Aiko, con un mejor trasfondo y motivaciones.
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Por otra parte, la presencia de Kai me parecía interesante, ya que conocemos de su existencia a través de la culpabilidad de Yamato. A su vez, creo que habría podido generar algún conflicto con nuestro protagonista; no en el sentido de «por el amor de Mei peleamos», más bien en el sentido de mostrar que hay chicos tan geniales como Yamato en este mundo. No porque ponderan a este como el mejor chico del mundo, sino porque el resto de personajes masculinos en este anime dejan bastante que desear. Por supuesto el protagonista debe ser el más importante, pero no por ello el mejor. Además de que no destaca tanto como su compañera. Quizá es porque al ver las cosas principalmente desde el punto de vista de Mei la entendemos mejor a ella que a él, no sé, siento que esta historia podría utilizar mejor a personajes como a Kai para generar cierta reflexión sin caer en los campos vistos una y mil veces. O si no, cambiar los roles y que sea Kai el que quiere entrometerse en la pareja y no Megu, ya que Mei tiene que lidiar con el asunto de que todo el mundo está pendiente de su novio y Yamato… Pues no tiene mucho de lo que preocuparse con Mei.

En este punto entra en juego otra cuestión que si me saca bastante de quicio con el anime en general: cuando tiene menos episodios – generalmente doce – que cortan la historia y se nota que falta mucho por contar todavía. Sukitte ii na yo no es la excepción. Tramas como la de Megu y Kai quedan sin resolverse y la serie finalizada como si le hubieran puesto un techo. Yamato y Mei recién pudieron superar los problemas del colegio y sencillamente lo cierran así como así. Para colmo luego sacan un OVA a modo de último capítulo que trae a coalición la timidez de Mei, con esos grandes malentendidos que de por sí son molestos y más todavía cuando se usan para cerrar el anime en un tono cómico y distendido.

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Por último quería mencionar una de las cosas que destacan más en el desarrollo de esta historia de amor adolescente, que son las crisis que tienen. Involucrando temáticas acordes al ambiente, desde la popularidad, los rumores, la inseguridad en uno mismo y la falta de comunicación. Como comienzan a salir apenas en los primeros capítulos, nos ahorramos las escenas de el día de San Valentín, los sonrojos y las insinuaciones. En un género en el que no nos tienen acostumbrados a ver problemas del noviazgo, se puede decir que esto se siente refrescante. No saben como resolver los problemas, por lo que las reconciliaciones son especialmente bellas en este anime. La desesperación de Mei por no saber cómo expresar lo que siente, dándole un inesperado beso a Yamato y el llanto de ambos cuando recogen las partes de la pulsera de ella son de lo mejor del show sin lugar a dudas.

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Declaración

Aquí no hay una confesión como tal. Yamato le dice a Mei que quiere estar con ella con un beso, mientras que Mei nunca le dice claramente lo que siente. Él estará durante toda la serie esperando que ella le diga «te quiero» (de ahí el nombre del anime) y nunca lo obtiene. No hace falta en este caso: la cantidad de gestos que tiene ella hacia él dicen más que cualquier otra cosa.

Comunicación y química

Yamato y Mei tienen una relación en la que muchas veces los silencios o malentendidos entorpecen el diálogo entre ellos. Mayormente por la timidez de Mei, aunque él no pone las cartas sobre la mesa cuando corresponde. De hecho, al ver las cosas desde la perspectiva de ella, se siente que está sola en varios episodios.

En lo que a química refiere, sin embargo, pocos peros se le puede poner. Cuando están juntos brillan, verlos nos recuerda a ese amor de instituto – si es que se tuvo- con el que no sabías qué hacer cuando las cosas se complicaban. Se complementan muy bien, incluso en lo social cuando la trama está más avanzada. Además de que el hecho de que se esfuerzan por estar juntos trasmite mucho más que si no hubiera conflictos que afrontar. Por otra parte, los momentos cómicos que tienen evitan el melodrama y los hace más adorables.

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Conclusión

Que el espectador quiera ver a dos personajes juntos supone uno de los ganchos más importantes de un anime de romance. Suena a que se trata de una obviedad, pero hay varios ejemplos de series que no lo logran. Sukitte ii na yo podría haber caído en esta categoría con facilidad: sus protagonistas están juntos desde el principio, con una propuesta que suena trillada (incluso sacada del popular Kimi Ni Todoke), menos duración y para colmo un final insatisfactorio. Sin embargo éstos dos tienen escenas memorables, problemas que los hacen más humanos, barreras entre ellos mismos que superar y muchas ganas de permanecer con el otro. Sin dudas Yamato y Mei conforman una buena pareja, pero no de las mejores del anime. Seguramente si esta sección estuviera dedicada al manga obtendrían una mejor valoración. Eso no quita que su adaptación animada sea totalmente disfrutable, alejada del tedio y que conforma seguramente uno de los mejores animes de romance de esta década.

En lo que respecta al revisionado, la mayoría de cosas por las que recordaba al anime me han vuelto a encantar. Le he visto errores que antes no, claramente, pero sigo teniendo a este par en una posición muy favorable en cuanto a lo que respecta a shojos.

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Y ustedes, ¿vieron Sukitte ii na yo? ¿Qué opinan sobre la relación de sus protagonistas? ¿Qué pareja les gustaría que comentáramos el próximo mes?

#ParejasDelAnime es una sección abierta al debate para que los que disfrutamos de estas series las podamos compartir nuestras opiniones.